miércoles, 7 de septiembre de 2016

NO RESPIRES: o el juego del ciego y el ratón



El subgénero home invasión -o películas donde un intruso se cuela en nuestro hogar- no es algo nuevo inventado por filmes como Los extraños (2008) o The Purge (2013). Ya durante la era dorada de Hollywood el cine negro apuntaba las constantes de este tipo de producciones, con obras como Rejas humanas (1939) u Horas desesperadas (1955).

El home invasion juega con uno de los miedos primordiales del ser humano: que un extraño entre en tu casa y la haga suya, arrebatándote la seguridad y la protección que varias paredes te dan frente a los de fuera.

Funny games (1997), La habitación del pánico (2002) o Sola en la oscuridad (1967) son buenos ejemplos de un subgénero que en los últimos años ha vivido una auténtica oleada de títulos, algunos efectivos, como The Collector (2009) o Mientras duermes (2011), pero que en la mayoría de casos adolecen de inventiva y se deshinchan en su parte final.



No respires se sitúa desde ya entre los mejores ejemplos de este subgénero, gracias precisamente a su creatividad, a que saca partido a todas sus posibilidades. Tampoco esperen encontrar una historia original ni un sesudo estudio de personajes. La historia es tan simple como el titular de un periódico sensacionalista: en los suburbios de la decadente Detroit, tres jóvenes entran a robar a la casa de un ciego que perdió a su hija en un accidente.

Pero ni el ciego está indefenso ni los chavales que se convierten en víctimas son gente a las que les dejaríamos las llaves de casa para que regaran las plantas.

No respires se convierte en una montaña rusa casi desde la sorprendente primera escena, y no para hasta el aparentemente inocuo plano final. La diferencia con otros títulos parecidos se debe principalmente al talento de Fede Álvarez como director, pero también como guionista.

El director del remake de Posesión infernal (2013) sabe cómo mantener la tensión en todo momento, y cuando crees que la película va a convertirse en una rutinaria caza al atracador, da un giro para sorprenderte o se saca de la manga una situación de suspense que te deja sin aliento.

No respires tiene atmósfera, mala leche, es retorcida hasta lo truculento y cuenta con dos actores que llevan perfectamente el peso de la historia: Jane Levy aprueba como decidida superviviente, y Stephen Lang no solo cumple a la hora de comportarse como un ciego, sino que aporta una presencia física que se antoja fundamental para que su personaje provoque auténtico pavor.

Con solo dos películas en su haber, Fede Álvarez comienza a ser una referencia en el cine de terror, aunque quizás no sea un comentario justo hacia Fede, dado el mal momento que vive el género en la actualidad.

Sin duda, y junto a The Conjuring 2, No respires es de lo mejor de la cosecha terrorífica de este año.