lunes, 23 de febrero de 2015

DON "THE DRAGON" WILSON: patadas en el videoclub (II)


Don “The Dragon” Wilson participó en ocho de las 
nueve películas de Bloodfist, y pese a que el nivel medio de la saga es paupérrimo, no se pueden obviar dentro de la filmografía del actor.

La segunda parte se rodó un año después y fue la única ocasión en la que Wilson repitió papel, ya que en las siguientes películas encarnaría a personajes distintos y las temáticas se adaptarían a los productos de acción que estuvieran de moda. Si Steven Seagal hacía una peli con grupo terrorista y amenaza nuclear (Alerta máxima 2), Wilson hacía lo idem en una base del desierto en Bloodfist 6, Alerta Zero (1995).

En España se dio el curioso caso de que a partir de la tercera parte se borró de la cabecera la palabra Bloodfist y cada continuación se tituló con el subtitulo de la versión americana; de ese modo Bloodfist 3 también se podía rentabilizar como Obligado a luchar, engañando a primera vista a los que no se fiaban de las secuelas. 
Verdaderamente esto daba un poco igual, porque cada historia iba por su cuenta, y lo que en realidad tenían en común era Wilson, sus patadas y la escasa calidad de cada minuto de metraje.

Bloodfist II es un auténtico desastre. La puesta en escena cae en picado con respecto a la primera, el guión es inexistente y las peleas están mal rodadas. Sorprendentemente repite Joe Mari Avellana con otro papel distinto, también de Némesis de Wilson, pero el resultado es nefasto.

Quizás Bloodfist 3, obligado a luchar (1992), sea la película más decente de la saga, aunque no sea decir mucho. En un principio no parece más que otra copia barata de las producciones de cárceles de la época, clásicos de la testosterona como Encerrado o Libertad para morir.

Sin embargo la cinta de Oley Sassone tiene una correcta ambientación y un elenco de secundarios que esta vez sí, rodean muy bien a nuestro Dragón. Destacar el papel del veterano Richard Roundtree -que le roba la cinta a Wilson-, y los villanos, entre los que destacaría a Rick Dean. Vale que está llena de tópicos y es previsible, pero en la parte final abandona los lugares comunes y no termina con la típica pelea a muerte.

En la cuarta parte, Preparado para morir, Wilson encarna con soltura a un tipo que se ve envuelto en una trama contra el crimen organizado; luego se reparten balas, puñetazos y secuestros de hijas. Barata y simple, lo más decepcionante es la pelea entre Wilson y Gary Daniels, que no dura más de un minuto y medio, un desperdicio total. En todo caso se deja ver y al menos la historia no es un plagio de otra.

Bloodfist 5, Golpe por golpe, deviene en un rutinario policíaco con agentes corruptos y algunos tiros, del que solo cabe mencionar la presencia de una voluntariosa Denice Duff (Saga Subspecies) y Steve James (Guerrero americano).

Como decíamos antes, Alerta Zero, la sexta parte, es una versión cutre de Alerta máxima y La Jungla de cristal, con terroristas High Tech imponentes pero bastante torpes. Mala pero al menos visible gracias a unas cuantas peleas y a los saludables aportes humorísticos de nuestro protagonista. 
 

Llegamos a la séptima entrega en el año 95, donde Wilson está en su máximo esplendor físico, pero una vez más la historia no acompaña. Caza humana es un flojo thriller del tipo caza al hombre, que si bien no ofende, se olvida al minuto de haberla visto. Como en casi todas las pelis del actor tenemos a una chica de compañía (¿Chica Dragón?), en este caso la desaprovechada Jilian McWhirter.
 
Tambien McWhirter repite en Permiso para matar, irregular última continuación en la que aparece Wilson, pero una de las mejores de la saga. Aquí Don interpreta a un amable profesor -agente de la Cia retirado- que se ve perseguido por una facción corrupta de la agencia. Creyendo que estará a salvo, huye a Irlanda junto a su hijo, pero no tardaran en dar con ellos. El guión recuerda a Skyfall (Y el título a una de Bond) versión estar por casa, pero claro, esta es anterior.

Aunque el final resulta algo torpón, la cosa se beneficia de la ágil dirección de Rick Jacobson, probablemente el mejor director con el que se ha cruzado Wilson. Hay buenas patadas, muchos tiros, bellos paisajes y un villano de una pieza que da algo de empaque a esta última aportación de Don a la saga.

En 2005, y ya sin la presencia del Dragón, la Concorde produjo Bloodfist 2050, una tv movie desconocida con actor desconocido: Matt Mulins.

Mientras rodaba estos puños sangrientos tuvo tiempo para involucrarse en otros proyectos que, excepto en algún caso, no mejoraban demasiado su caché. Con Rick Jacobson repitió en la entretenida pero algo decepcionante Ring of fire (1991). Y es que –dentro de lo que uno puede esperar en una película de artes marciales- el reparto y la dirección prometían algo más. Tenemos a varios habituales del género: Gary Daniels, Steven Vincent Leigh o Dale Jacoby entre otros, y en el papel de “Chica Dragón” ni más ni menos que a la actriz b favorita de Quentin Tarantino: Maria Ford. 
 
La película peca de un guión algo trabado y la inclusión de unas peleas forzadas que no vienen a cuento.
La destreza de los actores implicados hace que veamos algunos combates decentes, y Wilson se compenetra a la perfección con Steven Vincent Leigh, que no tanto con Maria Ford. Las secuencias que nos cuentan el desarrollo de su historia de amor provocan vergüenza ajena, por no hablar del momento cama. De todos modos ver a María es todo un espectáculo. Como actriz no valía un pimiento, pero tenía –antes de que la cirugía deformase su cara- un carisma muy similar al de Marilyn Monroe, salvando las distancias. Y estaba muy buena, vaya.

En el 93 Wilson se atrevió con la segunda parte, Sangre y acero. Repite la Ford (de morena) pero sale bien poquito. A cambio tenemos una banda de malosos vestidos de peli de Mad Max (no pregunten) vengándose de la muerte de uno de sus miembros, que naturalmente atribuyen al bueno de nuestro Dragón. Para salvar a su novia secuestrada, Wilson se adentra en un mundo subterráneo lleno de bandas pintorescas, muy al estilo de The Warriors pero en pobre. Si pasamos por alto este delirante argumento, Ring of fire 2 es un moderado divertimento, pero como continuación es vergonzante.

La trilogía se cerró con Ring of fire: el golpe del león (1994), llena de escenas de acción bien coreografiadas pero sin interés alguno. Se repite otro de los problemas habituales en la filmografía de Wilson: la falta de un malo que suponga una amenaza para sus habilidades marciales. Aquí tenemos a un tuerce botas ruso que es despachado en un santiamén.
En el siguiente capítulo, más pelis malas y "Chicas Dragón".

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