sábado, 28 de febrero de 2015

DON "THE DRAGON" WILSON: patadas en el videoclub (III)


En 1991, y también para la Concorde, hizo su primera incursión en la ciencia ficción mamporrera con Kickboxer 2025, tan mala como predice el título. Una mezcla de Desafío total, Terminator y otras distopías en la que Don hace de un ciborg cazarrecompensas que ayuda a una mujer a descubrir al asesino de su marido. La presencia y las ganas de una convincente Meg Foster salvan una parte de la trama, pero lo demás se viene abajo debido a la pobre ambientación y al poco dinero invertido. Chris Penn hace de un ciborg asesino bastante patético y el conjunto es muy olvidable.


En 1992 se embarca en Black Belt, junto a Jacobson y un tal Charles Phillp Moore. Un trabajo más para la New Horizon-Concorde hecho con cuatro perras y con interiores que a veces tiemblan entre puñetazo y puñetazo. Aquí la novedad es que Wilson se mete en la piel de un ex policía que defiende a una cantante de un sádico fan, interpretado por un brutal Matthias Hues, un bicho gigantesco que se carga más gente que Rambo jugando al Call of Duty. La atractiva Deirdre Imershein le pone algo de picante al asunto. 

El co-director Phillip Moore,  bajo el auspicio de la productora de Corman, tuvo la poca vergüenza de rodar un remake encubierto solo un año después. El despropósito fue tal que llegaron a utilizar partes de algunas secuencias en esta nueva versión, titulada Angel of destruction; lo más curioso es que, en general, supera al original gracias a que la protagonista no es otra que la incombustible Maria Ford, en el que probablemente es el mejor papel de su carrera.
Wilson volvería a la ciencia ficción casposa con Cybertracker (1994), un refrito de Terminator poco inspirado pero al menos lleno de pasables momentos de acción. El androide al que se enfrenta nuestro prota aporta físico, pero el traje y las poses de robot hacen de él un personaje bastante risible hoy en día. Don se vuelve a rodear de mujeres bellas, en este caso la desconocida Stacie Foster. Un año después llegaría la inevitable secuela, un despropósito tan barato que añadía metraje de la primera parte para rellenar. 
La única novedad residía en ver a Wilson hacer de Cybertracker malo, enfrentándose al original en una suerte de Replicant chatarrero. Poco más.

Ese mismo año Don rodó Red Sun Rising, la que en mi opinión es la mejor película del actor. Firma Francis Megahy, que dirigió a Pierce Brosnan en un par de producciones antes de ser famoso por James Bond. Aunque la dirección es de telefilm y las sorpresas algo predecibles, el film tiene un guion bastante por encima de la media, mezclando sabiamente humor, acción y suspense. 
                                                                  
La trama es bastante simple: tenemos a un policía intentando vengar la muerte de su compañero a manos de la Yakuza. La cosa se complica cuando el policía interpretado por Wilson tiene que colaborar con una agente inexperta para buscar a los asesinos. Por primera vez en su trayectoria cinematográfica, se juega con la condición medio asiática del actor, dando lugar a diálogos cómicos pero también a otros más adultos de lo habitual. Que el resultado sea una relación simpática y con química se debe, por una parte, a una más que correcta actuación de Wilson, y por otra, al papel interpretado por la bella Terry Farell, que parece sentirse muy a gusto con su personaje y hace que nos enamoremos perdidamente de ella. 
Para los que desconozcan su filmografía, apuntar que estuvo durante muchas temporadas en Star Trek: espacio profundo o en Becker.
Ahí no acaban las bondades del film, que también cuenta con actores como Michael Ironside, Edward Albert o Mako, en un muy divertido personaje. También tenemos a un malo a la altura, James Lew interpreta a un pérfido y silencioso asesino, que además de ser un experto en artes marciales cuenta con un golpe especial muy típico del cine de Ninjas.
Lo dicho, toda una sorpresa dentro de la desangelada filmografía de The Dragon.  

Hasta 2004 siguió haciendo películas con regularidad y apareció en un pequeño papel para Batman Forever. Hasta ese año, y más por destacar algo que por su calidad, tenemos a Wilson en una película de vampiros: Cazador de medianoche (1996), de nuevo a cargo de Jacobson.  Don interpreta a un hierático Cazavampiros al estilo Blade que no tiene ni media conversación inteligente. No ayuda ni un guion monótono y aburrido ni una dirección desganada.
Solo salvaría la aparición –como no- de Maria Ford, una vampira de armas tomar.
En 2002 rueda su último trabajo con algo de interés: Al límite de la ley. En ella Wilson interpreta a un policía que no es del todo integro, y que entra en una organización mafiosa cuando pierde su placa. 
Por descontado hay que añadir que después todo vuelve a su cauce y acaba por regresar a la senda de la ley, pero por el camino llega a mantener relaciones de amistad con dos personajes marginales, algo poco habitual en el cine de The Dragon. Uno de ellos es un mafioso de poca monta al que da vida Chris Penn; el hombre, a pesar de estar en horas bajas, en un par de diálogos demuestra el descomunal talento que tenía.
 El otro personaje es una prostituta interpretada por la espectacular Carrie Stevens; playmate de aquellos años que sorprende por la naturalidad y la sensibilidad con la que se desenvuelve. Para que luego digan que las películas de Don Wilson no tienen ningún interés. Por lo demás lo de siempre: tiros, un par de buenas peleas y un final con algo de moraleja pero sin pasarse.

Tras unos lustros con escasas y muy mediocres apariciones, este último año Don parece empeñado en querer relanzar su carrera, pero viendo lo que se va a estrenar de él (El rey escorpión 4, entre otras), parece seguir en la línea de siempre.
Lo dicho, Don The Dragon Wilson, genio y figura.

lunes, 23 de febrero de 2015

DON "THE DRAGON" WILSON: patadas en el videoclub (II)


Don “The Dragon” Wilson participó en ocho de las 
nueve películas de Bloodfist, y pese a que el nivel medio de la saga es paupérrimo, no se pueden obviar dentro de la filmografía del actor.

La segunda parte se rodó un año después y fue la única ocasión en la que Wilson repitió papel, ya que en las siguientes películas encarnaría a personajes distintos y las temáticas se adaptarían a los productos de acción que estuvieran de moda. Si Steven Seagal hacía una peli con grupo terrorista y amenaza nuclear (Alerta máxima 2), Wilson hacía lo idem en una base del desierto en Bloodfist 6, Alerta Zero (1995).

En España se dio el curioso caso de que a partir de la tercera parte se borró de la cabecera la palabra Bloodfist y cada continuación se tituló con el subtitulo de la versión americana; de ese modo Bloodfist 3 también se podía rentabilizar como Obligado a luchar, engañando a primera vista a los que no se fiaban de las secuelas. 
Verdaderamente esto daba un poco igual, porque cada historia iba por su cuenta, y lo que en realidad tenían en común era Wilson, sus patadas y la escasa calidad de cada minuto de metraje.

Bloodfist II es un auténtico desastre. La puesta en escena cae en picado con respecto a la primera, el guión es inexistente y las peleas están mal rodadas. Sorprendentemente repite Joe Mari Avellana con otro papel distinto, también de Némesis de Wilson, pero el resultado es nefasto.

Quizás Bloodfist 3, obligado a luchar (1992), sea la película más decente de la saga, aunque no sea decir mucho. En un principio no parece más que otra copia barata de las producciones de cárceles de la época, clásicos de la testosterona como Encerrado o Libertad para morir.

Sin embargo la cinta de Oley Sassone tiene una correcta ambientación y un elenco de secundarios que esta vez sí, rodean muy bien a nuestro Dragón. Destacar el papel del veterano Richard Roundtree -que le roba la cinta a Wilson-, y los villanos, entre los que destacaría a Rick Dean. Vale que está llena de tópicos y es previsible, pero en la parte final abandona los lugares comunes y no termina con la típica pelea a muerte.

En la cuarta parte, Preparado para morir, Wilson encarna con soltura a un tipo que se ve envuelto en una trama contra el crimen organizado; luego se reparten balas, puñetazos y secuestros de hijas. Barata y simple, lo más decepcionante es la pelea entre Wilson y Gary Daniels, que no dura más de un minuto y medio, un desperdicio total. En todo caso se deja ver y al menos la historia no es un plagio de otra.

Bloodfist 5, Golpe por golpe, deviene en un rutinario policíaco con agentes corruptos y algunos tiros, del que solo cabe mencionar la presencia de una voluntariosa Denice Duff (Saga Subspecies) y Steve James (Guerrero americano).

Como decíamos antes, Alerta Zero, la sexta parte, es una versión cutre de Alerta máxima y La Jungla de cristal, con terroristas High Tech imponentes pero bastante torpes. Mala pero al menos visible gracias a unas cuantas peleas y a los saludables aportes humorísticos de nuestro protagonista. 
 

Llegamos a la séptima entrega en el año 95, donde Wilson está en su máximo esplendor físico, pero una vez más la historia no acompaña. Caza humana es un flojo thriller del tipo caza al hombre, que si bien no ofende, se olvida al minuto de haberla visto. Como en casi todas las pelis del actor tenemos a una chica de compañía (¿Chica Dragón?), en este caso la desaprovechada Jilian McWhirter.
 
Tambien McWhirter repite en Permiso para matar, irregular última continuación en la que aparece Wilson, pero una de las mejores de la saga. Aquí Don interpreta a un amable profesor -agente de la Cia retirado- que se ve perseguido por una facción corrupta de la agencia. Creyendo que estará a salvo, huye a Irlanda junto a su hijo, pero no tardaran en dar con ellos. El guión recuerda a Skyfall (Y el título a una de Bond) versión estar por casa, pero claro, esta es anterior.

Aunque el final resulta algo torpón, la cosa se beneficia de la ágil dirección de Rick Jacobson, probablemente el mejor director con el que se ha cruzado Wilson. Hay buenas patadas, muchos tiros, bellos paisajes y un villano de una pieza que da algo de empaque a esta última aportación de Don a la saga.

En 2005, y ya sin la presencia del Dragón, la Concorde produjo Bloodfist 2050, una tv movie desconocida con actor desconocido: Matt Mulins.

Mientras rodaba estos puños sangrientos tuvo tiempo para involucrarse en otros proyectos que, excepto en algún caso, no mejoraban demasiado su caché. Con Rick Jacobson repitió en la entretenida pero algo decepcionante Ring of fire (1991). Y es que –dentro de lo que uno puede esperar en una película de artes marciales- el reparto y la dirección prometían algo más. Tenemos a varios habituales del género: Gary Daniels, Steven Vincent Leigh o Dale Jacoby entre otros, y en el papel de “Chica Dragón” ni más ni menos que a la actriz b favorita de Quentin Tarantino: Maria Ford. 
 
La película peca de un guión algo trabado y la inclusión de unas peleas forzadas que no vienen a cuento.
La destreza de los actores implicados hace que veamos algunos combates decentes, y Wilson se compenetra a la perfección con Steven Vincent Leigh, que no tanto con Maria Ford. Las secuencias que nos cuentan el desarrollo de su historia de amor provocan vergüenza ajena, por no hablar del momento cama. De todos modos ver a María es todo un espectáculo. Como actriz no valía un pimiento, pero tenía –antes de que la cirugía deformase su cara- un carisma muy similar al de Marilyn Monroe, salvando las distancias. Y estaba muy buena, vaya.

En el 93 Wilson se atrevió con la segunda parte, Sangre y acero. Repite la Ford (de morena) pero sale bien poquito. A cambio tenemos una banda de malosos vestidos de peli de Mad Max (no pregunten) vengándose de la muerte de uno de sus miembros, que naturalmente atribuyen al bueno de nuestro Dragón. Para salvar a su novia secuestrada, Wilson se adentra en un mundo subterráneo lleno de bandas pintorescas, muy al estilo de The Warriors pero en pobre. Si pasamos por alto este delirante argumento, Ring of fire 2 es un moderado divertimento, pero como continuación es vergonzante.

La trilogía se cerró con Ring of fire: el golpe del león (1994), llena de escenas de acción bien coreografiadas pero sin interés alguno. Se repite otro de los problemas habituales en la filmografía de Wilson: la falta de un malo que suponga una amenaza para sus habilidades marciales. Aquí tenemos a un tuerce botas ruso que es despachado en un santiamén.
En el siguiente capítulo, más pelis malas y "Chicas Dragón".